Gloria, Avatar de la Luz.

Son Tiempos oscuros los que se avecinan sobre el continente de Elmoreden. La Guerra Santa entre los dioses, la Revelión de Shilen, la caída de los Titanes, el surgimiento del Diabólico emperador Shunaiman; las tierras de Adén han sido testigo a sangre y canto de incontables batallas, es momento de definir el destino...

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CAPITULO I. EL REY CORRUPTO, LA HUMILDE Y EL TRAIDOR.
Sobre las tierras altas de Adén, se levanta un majestuoso Reino. Lugar de titánicas y numerosas batallas es el Coliseo, Platón donde convergen Héroes y Heroínas de todas partes del Continente para medir habilidades. Su Rey, Lord Eidern Athebaldt, dirige con mano de hierro el trono. Tan conocido como odiado, Lord Eidern conocía poco sobre humildad; cruel, déspota y arrogante definían mejor su conducta para con todos los que le rodeaban.

Lord Eidern se regocijaba desde el palco del Coliseo, desde donde observaba con pasión las frenéticas y brutales luchas entre los gladiadores del continente. Sangrientas batallas y juegos tenían lugar a diario, donde siempre un trágico final era esperado y disfrutado por los sádicos espectadores. Pero como el bien esta allí para contrarestar al mal, como la oscuridad atenúa la luz, todo tiene un balance; Aimarah, humilde doncella de las tierras de Inhadril, llega a la vida de Lord Eidern para abrirle los ojos a un futuro que cambió por completo su reinado.

"Ojos verdes cual polvo de esmeralda, piel suave como seda, esa es Aimarah, Oh! amada mia, quien te tuviera!" ... Lord Eidern, corazón despiadado, ¿tenía espacio en su oscura alma como para concebir una frase semejante?, a bien, a mal, Aimarah, con su voz trovadora, domaba a la fiera, con canción alentadora, a dejar a un lado la maldad, para abrazar un sentimiento mas fuerte que cualquier bárbaro, gladiador o bestia antes vista: El Amor.

"La plebeya y el señor", que unión mas inusual, y quienes eran ellos para elegir, al corazón batallar. Rendido de amor cayó Lord Eidern, ante la humilde belleza de Aimarah, Salve! por largos años, un nuevo reino se proclama. Si bien Aimarah, rendida de amor por su señor, temor albergaba en su corazón, a un futuro incierto esperaba, y en una noche de pasión, la entrega fue con ilusión, al amor que los dos se juraban, desde ese momento en unión formal, compromiso los dos se plantaban, que grande salve Aimarah!, nuestra futura Reina!. Que alegría se vivía en el Reino, el Lord Eidern despiadado, había pasado a ser piadoso, y rendido de amor por Aimarah, ante su Reina se postraba, jurando lealtad a su sentimiento, sus verdes ojos besaba, y despues de un profundo aliento, con voz recia proclamaba: "Reino amado de Adén! Elmoreden corto se queda!, ante esta unión certera, pronto mi corona sediera, ante vuestro futuro príncipe, o princesa si dios lo quisiera, pero cuán ciego he sido!, cuanta pobreza extrema, en mi alma albergada silenciosa, si tan sólo pudiera, en una década o dos, enmendar mi grave error..." El Lord del Reino de Adén, había aprendido algo que ninguna batalla le enseñó, a ser humano, y a abrazar como igual al prójimo, pero como todo comienzo, hay un desenlace.

7 meses han pasado, y Aimarah gozosa espera, a su primer hijo amado. Ya de todos los confines, llegan con presentes para los reyes, los cuales son bien aceptados. Lord Farakelsus, mano derecha de Lord Eidern, alto elfo maestro de la espada, no habia ganado la confianza del lord, precisamente traicionándola. Farakelsus sentía, muy oculto en sus adentros, una peligrosa atracción por la hermosa Lady Aimarah, y con rencor empezó a ver, aquella unión Trovada, ignorando el peligro del cual, el rey estaba rodeado, honró a Lord Farakelsus, como Duque Sagrado, protector de sus aposentos. No tardó mucho Farakelsus, en mostrar su horrible intención, y perdido en el dolor, cegado por el sufrimiento, de Aimarah ignorarlo por completo, ante la locura sucumbió, y su filo frío tomó, y atravesando de banda a banda, de Aimarah el hermoso pecho, desatando por completo, la furia de Eidern, el Lord; el cual con impotencia miraba, como su amada se desangraba, ante un hecho tan aterrador, de un certero golpe travó, su espada en el cuerpo de Farakelsus, a quien maldijo por los tiempos eternos, antes de muerte darle en su propio aposento, "Triste fin para un cobarde, que no pudo expresar sus sentimientos, y llevandose consigo, al eterno tormento, condenado estarás, hasta el fin de los tiempos, por arrebatarme a mi amada!". Tarde no fué, pero tampoco a tiempo, la parturienta y moribunda Aimarah, resistía con tormento, el dolor de la herida en su pecho con un único fin, dar a luz antes de morir, a aquél que con bendición, a Adén ha de regir.

Fué entonces así, como antes de dejar este mundo, Aimarah a luz dió, a la mas dulce de las primogénitas, Gloria Athebaldt se llamase, aquél angel que bendecía, en aquella luz de día, el sueño eterno de Aimarah, madre annegada, que hasta el último momento veía, con profunda bondad, a aquél que le arrevató la paz, a su amado decía: "Oh Eidern precioso, amado Lord de Adén, fuerte haz de ser, pues este mundo hoy abandono, pero jamás dolor imploro, mayor a dejarte solo, con tanto peso en tus hombros, haz de darme sepultura, al lado de mis viejos, en aquel humilde valle, del cual provengo, para honrrarte por siempre, desde los más altos cielos". Sin consuelo lloraba Eidern, quien podía preveerlo, que su alegría plena, terminara con tal revuelo, solo aquella estrellita, que con mirada tierna lo observaba, desde su dorada cunita, su corazón nuevamente colmaba, de inmesurable alegría. Que futuro tan incierto le esperaba, a la joven princesa, que por su condición de doncella, imposibilitada estaba, a ser heredera, de la corona esperada.

Pronto fué el tiempo, de paz en la tierras de Elmoraden, nuevas amenazas se tienden, con promesas de derramamientos de sangre; crueles y diabólicos son, despiadados y sin corazón, para arrazar con una nación, sin tener alguna razón: Señores del Inframundo les llaman, lo mas cercano al Diablo se autoproclaman. "Se ha roto el Sello de la Luz!, grita alguien con voz estruendosa, que a oidos del mas sordo llega, Sabio Cronos con voz copiosa, llega a las tierras de Adén, tras un largo y tendido viaje, a advertir del coraje, del cual hay que armarse, de ahora en adelante ...

CAPITULO II. GUERRA AVISADA QUE ACABO CON MUCHOS SOLDADOS.
"¡Coraje es lo que sobra!", con voz arrogante, grita un soldado errante, mientras el Sabio Cronos implora, con paciencia impactante. Unios hemos de estar, mi estimado Señor Eidern; Lamento mucho la pérdida, pero nada sucede al azar, terribles noticias, sin embargo, traigo hoy a tu Reino. Los ojos marchitos de lágrimas, se clavaban fijamente en el rostro del Sabio Cronos, mientras le escuchaba atentamente, y sin interrumpirlo, estrecha fuertemente el puño de su espada.

Reunid vuestros hombres mi Lord, vienen desde el norte, abobinaciones que por tu mente jamas han pasado, y glorioso rol militar jamas ha observado, los Señores del Inframundo, han conseguido hacerse del poder para romper el sello... En ese momento, Lord Eidern, interrumpe la frase de Cronos, diciendo: ¿Pero que estas diciendo, oh sabio Cronos?, ¿es que acaso, no podré tomarme la libertad, de honrrar el espíritu de mi amada, sino que además, deberé hacer frente, a forasteros con ideales dementes, y con dosis de grandeza?. Creo que es momento de bajar las Armas Sabio, he perdido todas mis fuerzas de luchar, mi Reino ha sido condenado, por un ser despiadado, que a su Reina le arrebató. Ni siquiera mi pequeña Gloria, podrá ejercer su derecho, de Reina como le corresponde, porque al morir su madre, sólo un Hijo de Adán podrá secundarme, heradar el trono, y por fin ver mi ocaso, y yo su alba. ¿Que no vés cuan desdichado es mi destino?. No, Cronos, estamos condenados, pero yo voy a cambiar mi destino, haré un largo viaje, al templo de todas las sabidurías, La Gran Torre de Marfil, a pedir consejo a los Altos Hechiceros...

Lord Eidern Athebaldt, fuerza no hay que te detenga en tu acción, pero advertirte debo, que no hay enemigo en cuestion, comparable con esta nueva amenaza, que avanza en bastión, con el único fin, de realizar sus mas crueles propósitos, que vaya El Gran Patriaca, a saber cuáles son... No, no te detendré, pero, delegando funciones aquí, sin tu sabio proceder, no llevarán a tu Reinado a un buen final... Estos bárbaros no son humanos, son abobinaciones del otro mundo, liberados por los mas oscuros Necromagos, enemigos caídos por tu espada, en tiempos pasados. Tu cabeza quieren, pero, ha de haber algo más...

Es de sabios tus proverbios Cronos, pero tengo plena confianza en mis aliados. Me temo, que tendrán un violento final esta vez, y cuento con varias manos en mi reino que no dudarán en dar sus vidas mismas para proteger a esta gente. Yo debo unirme en compromiso, a la última petición que me hizo mi amada Aimarah, he de darle sepultura, en el sagrado valle de Inhadril, pero antes he de ir, a la Gran Torre de Marfil. A mi fiel amigo Duque Andras, dejo en mi fiel lugar, para respaldar con su espada, a mis nobles caballeros y soldados.

Partid pues mi Lord, que Eihasad cuide tu camino y te dé victorias, y dé fuerzas sobrehumanas a tu ejército, pues la van a necesitar... y más cuidadoso haz de ser, en un futuro no muy lejano, al escoger a tus seguidores, pues muchos te han profanado....

El rocío del Alba, cae sobre el rostro de Lord Eidern, mientras sube a su caballo, escoltado por la carroza, donde descansa inerte, el cuerpo de su amada, y de un brusco arreo a su caballo, comienza su cabalgata, destino a los desfiladeros de Oren. Vasto Imperio Adén, colmado de centuriones, soldados, hechiceros, guardias, y unos cuantos mentores, quien imaginaría, que todo caería, destruído en cenizas, polvo y sangre....

Mientras Lord Eidern Athebaldt, cabalga furioso y desconsolado, guerra se ha avisado, pero muchos la han ignorado; triste y desolado, parte el Sabio Cronos, al saber lo que le espera, a los infortunados e inexpertos, que a Aden defendieran. El Lord Andras, el temible, traición empuña en su espada, pero muy corto se queda, ante la terrible maldad de aquellos en los que espera una alianza, y degollado queda, como estaca su espada en su cráneo, como símbolo del campo de batalla, al cual llegan las demoniácas hordas de los Señores del Inframundo. Lugar tiene la batalla, titánica, sangrienta y brutal, en los campos del norte de Adén, que masacre más fatal. Ni un sólo cuerpo quedó en pié, salvo aquellos que vinieron a visitar, con su espadas pusieron fin, al glorioso ejército de Lord Athebaldt. Y en fuego sucumbió la ciudadela, ardio hasta quedar socavada; sol, sangre y arena, y la tierra de armas ensangrentadas plagada; que triste fin para aquellos nobles, que en manos de estos demonios caian, pues preparados no estaban, en su lecho de muerte traicionados prometían, lealtad eterna a Lord Eidern, aún después de la Vida...

Falso Imperio de Levantó, tras la matanza de aquél día, en aquel campo devastado reían, con diabólica fachada, el Demoníaco ejército de los señores: Hallate, Shax y Lady Rahha, agentes de la muerte, bastiones de desolación, profetas del dolor...

CAPITULO III. LOS DUEÑOS DEL OTRO MUNDO.
Insolencia levantada, en esqueleto de arcilla horneada y cemento, el Sello Sagrado roto estaba, gracias a los señores del tormento. Cómo y porqué, cuándo y para qué, difícil saberlo, pero el Sabio Cronos, baticinio habia hecho, y sin pensarlo aquél día, de la partida de Lord Eidern, consigo se llevaba, a la esperanza de Elmoraden: la pequeña Gloria Athebaldt.

Si bien el conocimiento es poder, en malas manos y mentes no debería estar, porqué entonces arrasar, con el Reino de Adén en aquél lugar, respuesta verdadera ha de estar, en la Gran Torre de blanco altar. Diríjase pues el desolado Lord Eidern Athebaldt, con su ego en ruinas, al ver a su Reino devastado, a la Imperiosa Torre de Marfil, a nuevamente pedir, consejo de los Altos Magos, y por otro lado sientiendo sociego, porque su amada hija a salvo estaba, de la maldad de aquellos demonios.

El Señor de la Muerte, Hallate; gozaba en el sufrimiento de cada victima, cual vil demonio, saciaba su desalmada voluntad, y extendia muerte y desolación, por cada lugar que su despiadada cruzada pasaba. Su misión se remonta por alla en las tierras de Aden, al enterarse de la resistencia del Reino de Lord Eidern, decide poner fin a la posible amenaza, pues su objetivo claro está, en aumentar los poderes de sus demoníacos seguidores. Ha encontrado la manera de manipular la Magia Oscura, gracias a una poderosa hechicera que le acompaña a doquier: Lady Rahha. El Señor de la Muerte Hallate, siente una gran pasión por la hechicera, no podría hablarse de amor, pero una devocion del uno hacia el otro los unía; Rahha como fiel confidente del impío Hallate, cuida celosamente de su seguridad y es la clave para llegar a cumplir su ambicioso objetivo: Tomar el Pergamino del Conocimiento Absoluto de Maphr, escrito por partes, en todos los muros de la majestuosa y desafiante Torre de la Insolencia.

Cuando Hallate y su horda de asesinos derrocan el Reino de Lord Athebaldt, se instalan en los campos antiguos de batalla, en los alrededores de la Torre, para idear un plan que les permita recuperar las preciadas escrituras, pues bien sabido es que la Torre, bien resguardada por ángeles estaba, blancos seguidores de Eihasad, subordinados de los Nephilims, guardianes de los cielos; todo esto suponía una gran amenaza, pues su poder, se había debilitado mucho al abrir el portal que los trajo al mundo, con la subsequente ruptura del sello de la torre, Hallate habia quedado muy debilitado. Es así como asigna a sus malignos subordinados, que preparen la invasión a la desafiante torre. El Señor de la Muerte, Shax, invocado por Hallate para comandar a sus ejércitos; un demonio de confianza, guardian del plano de los muertos: Kernon; Verfa, quien se habia ganado su confianza por la matanza brutal que propició en la guerra contra los soldados de Adén; y finalmente Kelone, un ser mitad bestia mitad demonio que sirve fielmente a Kernon y, por lo tanto, a señor de la muerte Hallate; se embarcan en la ascensión y conquista de los pisos de la Torre, junto con un bastión de seres nigromantes y aberraciones del otro mundo, con la esperanza de vencer al ejercito sagrado que guarda las santas escrituras.

Hallate, cansado, recupera sus fuerzas al cuidado de la Hechicera Rahha, quien pronto advierte a su señor, de la fuerza amenazante que por el oeste se embarca, "y quien podría pues, hermosa Lady Rahha, arrebataros el poder, tan pronto recupere mis fuerzas frente le hare, decime quien sera el causante del proximo derramamiento de sangre". Lady Rahha, cruel y calculadora, posando su mano desnuda sobre la fría tierra del campamento, voltea la mirada hacia Hallate y le responde: "Mi Señor, debilididad este humano presenta, pues su corazón acongojado está, de tanta pena y sufrimiento, ahora es el momento, de acabar con tu enemigo, su nombre en el viento resuena: Lord Eidern Athebaldt, proclamador de la justicia, paladin de la luz, espejo de los fieles, él y sólo él, puede arrebatarnos la única oportunidad que tenemos de hacernos de esas escrituras, y tomar de una vez por todas, el control de los planos". Pues tiempo no he de perder, querida y hermosa Rahha, llevadme al sitio donde él, vuestro acongojado Lord Eidern Athebaldt, recibirá muerte por el frío filo de mi espada.

Por segunda vez advertido sería, el testarudo Eidern Athebaldt, de la desgracia que le perseguía, aún así su orgullo le colmaba, su deseo de vengar a sus caídos, seguidores fieles recordaba, y tras los consejos de no regresar jamas a sus tierras, caso omiso procuraba, mientras su caballo ensillaba, y pasando suavemente un pañuelo por la hoja de su espada, exclamando con resignación las palabras: "Tal vez he de morir, y acompañar a mi amada me depara, pero no sin antes honrar, el orgullo de mis camaradas, que sus vidas dieron aquél día, mientras yo me confiaba, que el enemigo perecería, hoy yo me lamentaba, ahora mismo me enrumbo, a los desfiladeros donde yacen, esos seres inmundos, a los cuales haré descansar, de una vez por todas"...

Pero esta vez como en otras tantas, Lord Eidern se equivocaba, y subestimando la fuerza demoníaca de Rahha, a su Castillo arribaba, con la única esperanza, de alguien con vida encontrar, de sus viejos camaradas, que en hierro, acero y forja se armaran, para hacer frente a los opresores. Y fue entonces cuando sorprendido, por dichos opresores sería, en aquél salón desolado, que algunos llamaban armería, convirtiose en campo de batalla, donde ese mismo día perecería, el Señor Lord Eidern Athebaldt, consagrado de anarquía, sin propiciar heridas graves no se iría, pero mucho no pudo hacer, ante la crueldad y maldad, del injusto Juez, y de su amada hechicera Rahha, que muerte brutalmente le dieron, y esparciendo sus restos escribieron, con profana y burlezca ironia, en el Cementerio de Adén: "Aqui yace Lord Eidern Athebaldt, nacido para morir, en las manos de aquellos, que este mundo y aquél otro han de regir, sépan pues de que lado estar, de así no querer terminar", y a carcajadas partiendo de aquél sitio, se retiran Hallate y Rahha, sin sospechar que la verdadera amenaza para sus planes, en Hunters village se cobijaba, bajo los cuidados del Sabio Cronos, que profundamente se lamentaba, por el final triste de Eidern Athebaldt, que aquél día el mundo tambien dejaba, pero con el corazón y la fé puesta, en esa criaturita que en cuna admiraba, la pequeña Gloria Athebaldt, que enigmático futuro le deparaba...